Gemínidas: lluvia de meteoroides
2016 - Por: Diego Bagú.
Las “lluvias de estrellas fugaces” sean quizás uno de los espectáculos más lindos que nos ofrece el cielo. Y esto se debe, entre otros motivos, a que no se necesita telescopio alguno sino simplemente nuestros “ojos desnudos” para disfrutar de tan lindo evento, pudiendo compartirlo al mismo tiempo con muchas personas a nuestro alrededor. Sólo basta un lugar descampado algo alejado de las luces de la ciudad, de tal manera de lograr contar con un cielo lo más oscuro posible. Es allí cuando debemos elevar nuestra vista y contemplar una gran zona del cielo. No habrá que fijar nuestra mirada en una única región en particular sino intentar contar con la mayor cobertura de firmamento posible.
Estas lluvias de “estrellas” fugaces en realidad no son de estrellas sino de meteoroides, es decir, de fragmentos muy pequeños (pedacitos de roca, o polvo, no más grandes que un grano de arroz) los cuales viajan por el espacio y al ser atraídos por la gravedad de la Tierra, entran en nuestra atmósfera a una gran velocidad. Al ser ésta (la velocidad) del orden de los miles de kilómetros/hora, la fricción con la atmósfera es tan grande que directamente los incinera, convirtiendo el fenómeno en un meteoro. En otras palabras, la estela luminosa que provoca la incineración de un meteoroide, se denomina meteoro. ¿Y meteorito? En caso que el meteoroide no se incinere por completo y cierto resto del mismo colisione con la superficie terrestre, es allí entonces que lo llamamos meteorito. Pero esa es otra historia. Pues bien, en una noche despejada y con poca contaminación lumínica (en las afueras de las ciudades) ese “incendio” puede observarse perfectamente.
¿Y cómo es que sabemos que de tanto en tanto se producirá un acontecimiento de este tipo? Es aquí donde nos encontramos con unos de los fenómenos más interesantes que se presentan en el sistema Solar. Cuando un cometa se acerca al interior del sistema (hacia el Sol), la energía que recibe de nuestra estrella hace que comience a derretirse, expulsando grandes cantidades de gases y polvo hacia el espacio. De hecho, ese material que va desprendiendo es lo que constituye las colas de los cometas. Por ende, el material que va despidiendo queda en determinadas regiones del sistema. Si por esas “casualidades cósmicas” una de esas regiones se encuentra exactamente en la órbita terrestre, en cierto momento del año nuestro Planeta la colisionará. Como para tener una imagen de la situación: imaginemos que mientras nos desplazamos con nuestro auto a una alta velocidad, encontramos una nube de insectos. No cabe duda que muchos de ellos quedarán pegados a nuestro parabrisas. Pues bien, en el caso de la lluvia de estrellas fugaces, el auto es nuestro planeta y los insectos los meteoroides.
Respeto del nombre de las lluvias, cada una tiene el propio, el cual hace referencia a la región del cielo desde donde proviene la mayor cantidad de meteoroides. En este caso en particular, pareciera que todos ellos “salen” desde la región en donde se encuentra la constelación de Géminis. Por ello el nombre de Gemínidas. En astronomía no decimos que “salen” sino que el “radiante” se encuentra en dicha constelación.
En la noche del domingo 13 y madrugada del 14 de diciembre, tendremos la posibilidad de ver la lluvia de las Gemínidas. Habrá que observar preferentemente hacia el norte, más precisamente hacia la constelación de Géminis. Allí encontraremos a una de sus estrellas más brillantes Pollux, mientras que más hacia la izquierda, hacia el oeste, la roja Aldebarán nos estará indicando el ojo furioso de Tauro (el Toro). Si tienen la posibilidad de escaparse un poquito de la ciudad, háganlo. Es uno de los regalos más hermosos de la naturaleza.