El colosal cambio climático de Marte
2015- Por: Diego Bagú
A medida que en la década de los 60 y 70 comenzábamos a recibir las primeras imágenes in situ de Marte a partir de nuestros mensajeros espaciales (los Mariner y los Viking), las dudas sobre un pasado marciano con grandes corrientes de agua líquida se esfumaron de inmediato. Eran notables las marcas en el clásico terreno rojizo debido a la erosión provocada por el vital líquido en distintas zonas del planeta.
El Marte actual presenta una fisonomía absolutamente distinta respecto de aquella que alguna vez tuvo. Hoy puede observarse un planeta árido, seco, e incluso mucho más frío. ¿Cuál fue el motivo que originó semejante metamorfosis? La respuesta se encuentra en los cambios que sufrió la atmósfera marciana. Una atmósfera que en su momento fue mucho más densa que la actual, lo cual posibilitó una presión atmosférica capaz de permitir la existencia de agua en estado líquido y, a su vez, mantener un clima mucho más cálido que el existente en la actualidad.
Pero hoy ese agua líquida no existe, o al menos no en la cantidad que sí la hubo en el pasado. Una posible respuesta a este misterio es el siguiente: Marte ha ido perdiendo significativamente su atmósfera, y a medida que lo hacía, la presión atmosférica fue disminuyendo. A menor presión, mayor facilidad para que el agua se evapore, lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo es que Marte fue perdiendo su atmósfera, o en todo caso, que se haya extinguido gran parte de la misma? La solución a este interrogante quizás pueda hallarse en una serie de estudios que acaban de publicarse a partir de datos aportados por la sonda espacial MAVEN, una nave de la NASA en órbita marciana desde fines de 2014 cuyo propósito es analizar la atmósfera del planeta. Pues bien, lo que ha encontrado MAVEN es que el viento solar está “barriendo” con el gas que se encuentra en sus capas más altas. Marte está perdiendo su atmósfera a un ritmo de unos 100 gramos por segundo.
La causante: el viento solar
¿Qué es el viento solar? Se trata de un flujo de partículas cargadas eléctricamente (básicamente, electrones y protones) que el Sol desparrama hacia todos lados como consecuencia de su actividad. Ahora bien, ¿cuál es el motivo (o los motivos) por el cual el viento solar afecta de esta manera a Marte y no así a la atmósfera terrestre? De hecho, la Tierra no pierde parte de su atmósfera como consecuencia de la actividad solar. La respuesta (o gran parte de ella) reside en el hecho que la Tierra posee un importante campo magnético, el cual representa un escudo contra estas corrientes de partículas. Exactamente en donde las líneas del campo magnético terrestre se unen (los polos) es donde el viento solar interactúa con nuestra atmósfera, provocando las hermosas auroras australes y boreales. En el caso de la Tierra, su campo magnético evita que el viento solar barra con los gases que se encuentran en las capas superiores de su atmósfera. Marte no tiene campo magnético alguno (¡no podríamos usar brújulas magnéticas en Marte!). El viento solar “pega de lleno” sobre su atmósfera e incluso sobre la misma superficie, provocando una importante esterilización de su terreno a causa de la intensa radiación ultravioleta.
Existe otro factor fundamental en toda esta historia. Marte es más pequeño que la Tierra, y siendo un planeta rocoso similar al nuestro, resulta que su gravedad es la sexta de la terrestre. En otras palabras, una persona que acuse unos 60 kilogramos en la balanza de la farmacia, en Marte pesaría tan sólo 10. Al tener una menor gravedad, a los gases les resulta más fácil escapar de la atmósfera marciana que de la de un planeta con mayor gravedad.
Los resultados obtenidos a partir de la sonda MAVEN muestran que Marte comenzó a perder su atmósfera hace ya unos 3.700 millones de años, o sea, a poco de haberse formado el sistema solar (“poco tiempo” en términos astronómicos/geológicos). Esto nos lleva a otra importante conjetura. Pudiendo Marte contar por poco tiempo con una atmósfera lo suficientemente densa como para albergar algo de calor y poder contar con agua líquida recorriendo su terreno, es imposible que la vida haya podido evolucionar, al menos tal cual la conocemos en la Tierra.
En los últimos años, ¡y meses!, hemos recibido de Marte grandes noticias. Debemos seguir explorando este mundo vecino, no sólo para seguir obteniendo grandes sorpresas sino también, y fundamentalmente, para comprender cada vez más el nuestro. Los cambios climáticos existen. La Tierra los ha tenido. Marte también. Y en ambos casos, estos cambios han sido decisivos para el origen y evolución de la vida.