25 años de una nueva era astronómica
2015 - Por: Diego Bagú
Hay momentos en la vida de una persona, en la historia misma, en los que "una vuelta de página" implica "un antes y un después". Cambios de Paradigma. En la historia de la astronomía, podemos mencionar varios de ellos. Por ejemplo, aquel 1609, momento en que Galileo apuntó un rudimentario telescopio por primera vez a las estrellas. No fue el italiano quien inventó tan extraordinario instrumento, pero sí fue el primero en utilizarlo para escudriñar los cielos. O en 1929, año en que Edwin Hubble produjo notables avances en la comprensión del universo (la expansión del mismo) a partir de la observación de nebulosas en distintas galaxias. De hecho, tal fue el impacto de su trabajo, que Edwin Hubble es considerado el padre de la cosmología observacional.
Hace exactamente 25 años, el 24 de abril de 1990, se producía otra vuelta de página en el rico devenir de nuestros intentos por descifrar los secretos del cosmos. A bordo del Transbordador Espacial Discovery, viajaba una de las joyas tecnológicas más increíbles que se hayan construido: el Telescopio Espacial Hubble (HST, por sus siglas en inglés). Un día después del lanzamiento, el 25 de abril, los astronautas de la misión STS-31 abrieron las compuertas de la bodega del navío y desplegaron al HST, iniciando así una nueva era astronómica. Básicamente con forma de cilindro y acompañado de sendos paneles solares, en su interior se encuentra un gran espejo principal (“primario”) de 2,4 metros de diámetro el cual permitió comenzar a recolectar la luz de diversos objetos: nebulosas, cúmulos estelares, los mismos planetas de nuestro sistema solar, y las galaxias más distantes que hayamos podido observar hasta el momento.
Los actuales y más grandes telescopios terrestres superan ampliamente el tamaño del HST (por tamaño de un telescopio nos referimos al diámetro de su espejo principal). De hecho, los más modernos están conformados con espejos de entre 8 y 10 metros. Este tipo de instrumentos se instalan en lugares donde los cielos de los mismos son catalogados como los más limpios del planeta (el desierto en el norte de Chile, un volcán en Hawaii y las Islas Canarias). Pero claro, no dejan de estar sobre la superficie terrestre, lo que significa que la luz que reciben, ha debido sortear la atmósfera. Esto, indefectiblemente afecta la calidad de la imagen. Al tratarse justamente de un telescopio espacial, el HST se encuentra en órbita, por sobre la atmósfera de nuestro planeta. Por ende, la luz que recibe no se encuentra afectada por ningún fenómeno meteorológico, capturando las luces más recónditas del universo con una calidad asombrosa. Esto fue lo que ha permitido que con el HST la astronomía avanzase de manera espectacular, maravillándonos con las imágenes más hermosas y extraordinarias que jamás hayamos obtenido. Es tal su precisión, que es capaz de apuntar sin error alguno a un objeto del ancho de un cabello ubicado a más de 1,5 kilómetros. Algo realmente extraordinario. Dando una vuelta alrededor del planeta cada 95 minutos, el HST transmite semanalmente140 gigabytes de información, habiendo obtenido más de 1.200.000 imágenes.
Con el HST hemos podido observar los objetos más distantes a la Tierra, ubicados a unos 13.400 millones de años luz. Es decir, y de acuerdo con las más modernas teorías cosmológicas, hemos llegado a observar prácticamente los mismos inicios del universo. Y esto ha significado un espectacular avance, un cambio de época, en el incesante derrotero humano en busca de las grandes verdades celestes.