• ARSAT-1: soberanía satelital

    ARSAT-1: soberanía satelital

    ARSAT-1: soberanía satelital

    2014 Por: Diego Bagú

    Sin duda alguna, el lanzamiento del primer satélite geoestacionario argentino, el ARSAT-1, ha sido todo un acontecimiento en nuestro país. Fervorosas expresiones de alegría y orgullo, como así también detractores, todas ellas y del más variado calibre se han manifestado al respecto. ¿Pero qué significa el diseño, construcción, puesta en órbita y funcionamiento de este satélite?

    Mitos y verdades acerca del ARSAT-1

    ¿Se trata del primer satélite argentino? Por cierto, no lo es. Han existido otros satélites argentinos con anterioridad al ARSAT-1. Por dar sólo un ejemplo, los Satélites de  Aplicaciones Científicas (la serie SAC), han volado al espacio durante la década del 90 y ya entrado el nuevo milenio. El SAC-A, SAC-C y SAC-D han sido un éxito. No corrió la misma suerte el SAC-B. ¿Se trató de alguna falla de diseño en el propio instrumento? En absoluto. El trabajo realizado por Argentina fue sobresaliente. ¿Qué fue lo que ocurrió entonces? En todo lanzamiento satelital existe una etapa crítica. Se trata del momento en que el satélite debe desprenderse, soltarse del cohete impulsor. En el caso del SAC-B, el lanzamiento estuvo a cargo de la NASA (EE.UU.), y dicho desacople no se produjo. Fue una falla del propio cohete.

    ¿En dónde reside, entonces, la importancia que ha cobrado este lanzamiento? Se trata del primer satélite argentino del tipo geoestacionario. Todos los satélites anteriores al ARSAT-1 eran del tipo LEO (Low Earth Orbit). ¿Y esto qué significa? Esto significa satélites cuyas órbitas son bajas, es decir, órbitas comprendidas entre los 300 y los 1.500km por sobre la superficie terrestre. Son satélites cuyas velocidades rondan los 28.000km/h y dan una vuelta completa a nuestro planeta aproximadamente cada una hora y media.

    En cambio, un satélite geoestacionario se encuentra a 36.000km del centro de la Tierra, en una órbita sobre el ecuador. Gira alrededor de la Tierra a la misma velocidad (angular) con que ésta lo hace. Así logra, por consiguiente, estar siempre “arriba” de un lugar determinado. Es como si el satélite estuviese conectado mediante un enorme soporte rígido a la superfice terrestre. El ARSAT-1 estará siempre arriba de Argentina. ¿Y que beneficio se obtiene con ello? Habrás observado que  a medida que te alejás de una ciudad, por ejemplo viajando en la ruta, en ciertos momentos te quedás sin señal. Ocurre que ya te has alejado bastante de la antena que te permitía estar comunicado. Tener un satélite siempre arriba de tu cabeza, encima de tu país, te permitirá tener una antena gigante -una antena en una torre de 30.000 metros de altura!- a partir de la cual se podrán intercomunicar distintos puntos del país de manera inmediata. ARSAT-1 permitirá contar con TDH (Televisión Directa al Hogar) e internet satelital (con antenas denominadas VSAT), transporte de señales de video y servicios de datos, y telefonía IP. Permitirá conectar los más alejados y solitarios poblados de Argentina. Nada más ni nada menos. 

    En un medio de comunicación radial se afirmó que el ARSAT-1 no es desarrollo argentino, sino que se compraron sus componentes por separado -en el exterior- y se ensamblaron. Y dieron el ejemplo del armado de un mueble a partir de un manual de instrucciones (sic). La verdad es que varios de los componentes fueron adquiridos a empresas extranjeras, ya que Argentina no tiene fábricas de circuitos integrados. Pero todo el diseño, desarrollo y construcción del satélite fue resultado de mano de obra Argentina de la más alta calidad a nivel mundial, en nuestra propia patagonia. Comparar la construcción de un satélite geoestacionario con la de un mueble u otro artefacto cotidiano, no sólo es una manifestación de profunda ignorancia sino, fundamentalmente, de mala fe. Porque si así lo fuera, bastaría contar con el capital financiero suficiente para lograr tal cometido. Países como Canadá, Australia, Corea del Sur, o Brasil mismo, contarían ya con un satélite propio de estas características. Sin embargo, ese no es el caso.

    La importancia del ARSAT-1

    Anteriormente al ARSAT-1, Argentina alquilaba satélites geoestacionarios a otros países/compañías para tener el servicio de telecomunicaciones via satélite. Con ARSAT-1, Argentina logra diseñar y construir por vez primera un instrumento de este calibre. Pero no sólo el diseño y la construcción es un logro científico-tecnológico en sí mismo, sino que existe también una arista la cual no se menciona, o al menos, se minimiza. Realizar toda una misión satelital consta, básicamente, de tres partes. La primera consiste en el diseño y construcción del satélite. La segunda etapa se trata de la prueba en Tierra de todos los sistemas y funcionamiento del instrumental. Y la tercera, la puesta en órbita y control de la misión.

    La segunda de las etapas mencionadas, no es un dato menor en absoluto. Hay que tener en cuenta que un satélite en el espacio debe funcionar en condiciones extremas como ser, el vacío, diferencias de temperaturas del orden de los 300°C, enormes vibraciones al momento del lanzamiento, por nombrar sólo algunas. Esto hace que un satélite deba ser testeado antes de su lanzamiento, en laboratorios -cámaras- que simulan estas condiciones ambientales extremas. A sus primeros satélites, Argentina los enviaba a otros países con el fin de llevar a cabo estas pruebas. Hoy en día, y luego del trabajo mancomunado entre la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales, la agencia espacial argentina), INVAP (empresa mixta del estado y capitales privados), y diferentes universidades nacionales, Argentina cuenta con estas cámaras para realizar los testeos respectivos. Remarcamos este hecho porque muy pocos países en el mundo no sólo cuentan con los recursos humanos para fabricar satélites geoestacionarios sino que también son contados con los dedos de la mano aquellos que poseen este tipo de cámaras.

    Respecto al control de la misión, la empresa estatal ARSAT (responsable del satélite) cuenta con su centro de control en la localidad bonaerense de Benavidez, lugar desde se controla el ARSAT-1 desde muy pocos minutos luego de su lanzamiento. También vale mencionar que la CONAE cuenta con el Centro Espacial Teófilo Tabanera, en la provincia de Córdoba, desde donde se controlan las otras misiones satelitales que posee nuestro país. A propósito, ¿cuántos argentinos sabrán que su país cuenta con centros espaciales?

    En cuanto a la etapa de lanzamiento y puesta en órbita, Argentina también está camino a contar con un cohete propio y su respectiva plataforma de lanzamiento. Se están realizando las pruebas de los cohetes de la serie VEx (Vehículo Experimental), prototipos menores de lo que será el cohete principal, TRONADOR II. Esto significa que nuestro país contará en los proximos años con la capacidad de desarrollar de manera absolutamente completa una misión satelital, algo reservado exclusivamente a las potencias mundiales.

    Puesta en órbita y funcionamiento del ARSAT-1

    El ARSAT-1 es un satélite de gran tamaño, llegando a pesar casi 3 toneladas. Por lo tanto, debe ser puesto en órbita por uno de los cohetes más poderosos de la actualidad. El lanzador utilizado ha sido el Ariane 5 de la firma ArianeSpace, quien trabaja para la Agencia Espacial Europea.

    El lanzamiento se produjo desde el Centro Espacial Kourou, en Guayana Francesa. Lanzar un cohete requiere de mucha potencia. Cuanto menos gravedad “sienta” el cohete, más fácil será elevarlo. Como bien sabemos, la Tierra se encuentra “achatada” en los polos respecto a su ecuador. Esto implica que en los polos la gravedad sea mayor que la existente en el ecuador. Si bien para el físico del ser humano esta diferencia es impercetible, no lo es para un cohete. Por ende, las plataformas de lanzamiento deben ubicarse, en lo posible, lo más cercano a la línea imaginaria que divide ambos hemisferios. El lugar europeo más cercano al ecuador justamente es la Guayana Francesa, al norte de Brasil. Es allí donde Europa posee su centro espacial de lanzamiento.

    A los pocos minutos en que el cohete es lanzado, el satélite se desprende del mismo. Como mencionamos, esta parte es una de las más crtíticas de la misión. Durante los siguientes días, el cohete que lleva al satélite se enciende con el fin de ir alcanzando su posición final -la órbita geoestacionaria-, es decir, una órbita circular ubicada justamente a 36.000 km del centro de la Tierra.

    A medida que transcurran los años, el satélite irá perdiendo altura. Para evitar esta “caída”, el satélite lleva combustible para que, cuando sea necesario, reciba el empuje suficiente para reubicarlo en su órbita original. Por supuesto, esta acción puede repetirse hasta que el combustible se termine. De allí que todo satélite tiene una vida útil. Si todo sale tal cual lo planeado, ARSAT-1 estará funcionando durante unos 15 años. Todo este control y seguimiento del satélite geostacionario argentino se realiza desde el centro de control de ARSAT en Benavidez.

    Es importante destacar que todo satélite de comunicaciones de tales características, debe ser ubicado, como hemos dicho, sobre el ecuador. Cualquier país quisiera contar con uno de estos satélites. Obviamente, quienes pusieron sus primeros satélites geoestacionarios en órbita fueron las potencias mundiales. Pero claro, los “espacios”, los “casilleros” en donde ubicar un satélite en este tipo de órbita se van llenando con los años. Esto hace que aquel país que desee ubicar un satélite propio, deba hacerlo cuanto antes. Es allí cuando los países con determinada capacidad científica-tecnológica presionan para poner en órbita sus propios satélites y luego alquilar sus servicios a terceros países. Un negocio espacial. Argentina alquilaba este servicio. Con la puesta en órbita de ARSAT-1, nuestra nación no sólo se asegura contar con su propio lugar, sino lo que aún es más importante, evitar el alquiler a terceros. De allí que se hable con justa causa de independencia y soberanía satelital. Pero es más, Gran Bretaña se encontraba reclamando el espacio que le correspondía a la Argentina. Si no hubiese existido la decisión política de crear una empresa estatal como ARSAT con el fin de construir un satélite de este tipo, en muy poco tiempo hubiésemos perdido esta oportunidad única.

    ARSAT-1 se encontrará sobre el ecuador a una longitud de 72° Oeste. Posteriormente vendrán ARSAT-2 (ya en construcción) y ARSAT-3, ambos a una longitud de 81° Oeste. Vale mencionar que tales posiciones las determina la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo de las Naciones Unidas para las tecnologías de la información y la comunicación.

    Conclusiones

    Justamente en estos días, el centro de control en Benavidez ha logrado posicionar al ARSAT-1 en su órbita geoestacionaria. Todo un éxito. De todos modos, más allá del funcionamiento específico del satélite, lo más importante para nuestro país es la capacidad de haber logrado diseñar y construir un satélite de tan alta tecnología. Contar con recursos humanos capaces de lograr tales hazañas tecnológicas, es privativo de poquísimas naciones en el mundo. Orgullo de nuestro sistema educativo, de nuestras increíbles Universidades Nacionales, semilleros constantes de profesionales del más alto nivel profesional. Pasarán años para que un vasto sector de la sociedad argentina tome cuenta lo que ha significado esta gesta científico-tecnológica de nuestra querida patria. Mientras tanto, sigamos en este camino. En poco tiempo veremos a nuestros satélites no sólo orbitar los cielos argentinos, sino que además observaremos los lanzamientos desde nuestras pampas.